viernes, 19 de marzo de 2010

Tras el verano...


Tras el verano, llega el otoño. El porche de casa se convierte en un lugar ideal para observar una estampa preciosa. Esas flores coloridas comienzan a descolorarse y las hojas comienzan a caer. Es una época de cambio. Tanto, que muchos ciudadanos ven la entrada de Septiembre como el inicio del nuevo año.

En casa es el mes de los cumpleaños. Tu tía Emma, tu abuela Aurora y yo. Siempre que nos juntamos para celebrarlos pasamos ratos muy entrañables.

En octubre, comenzó mi partida para estar en Villafranca de alquiler, estudiando las dichosas oposiciones. Los cambios te hacen reflexionar. Este curso está suponiendo mucho esfuerzo por mi parte. Son muchas horas de estudio y muchas horas de soledad. Nada agradable cuando la recompensa no será lo que deseas. Por eso, te recomiendo, que cada cosa que hagas en la vida sea visualizando una meta personal. Lograr cumplir lo que deseas te hará más fuerte. Hay veces que nos empeñamos en metas que parecen inalcanzables. Todo puede lograrse. Eso sí, con mucha paciencia y dedicación. En mi caso, trato de buscar pequeños logros: “ay, ya me acabé este tema”, “a ver si me sé esto…” Porque lo demás está tan lejos que desespera a cualquiera. Y por supuesto, es lícito tomarse un respiro, chillar y mandarlo todo a la m… cuando no puedas más. Esos 5 minutos “quejándote” parece que sanan. Eso sí, no te acostumbres a perder más tiempo refunfuñando que haciendo (je, je).

El cumple del mes es por partida doble: Pablo y María. Con días de diferencia.

A la niña, no la vimos en su cumple pero ella te lo cuenta todo sin problema porque habla perfectamente. Parece una niña de revista (del catálogo Ikea). Es tranquila y muy linda. Aún se pone mimosina cuando viene a Montijo y no le hace mucha gracia que le cojas, pero pobre, bastante que se acuerda. Cuando está unos días aquí disfrutamos mucho. Y se le nota que se va a Alicante un poco menos fina (ja,ja). Eso si no se hace alguna herida. Me da mucha lástima cuando se montan en el coche para marcharse.

Y Pablo, es el primer varón que llegó. Fue toda una sorpresa, pero reconozco que de tanto observar a su madre me lo imaginaba. Ella no paraba de avisar: “y si fuera niño…”. Y cuando nació, me recordaba mucho a su hermana Sara. Ahora también se parecen. Aunque la diferencia es que sus aficiones no tienen nada que ver con la moda y el maquillaje, sino con los taladros; la pala, carretilla y arena; la escobilla del váter; las piedras; los balones; verter garrafas de agua… y todo con lo que pueda manipular y liar de las suyas. Es un buen bichillo. No para ni un segundo y le encanta hacernos reír. En eso se parece a sus hermanas. Me divierto mucho con él, con esas caras que pone y como se expresa.
Los dos están en una edad para no parar de darle achuchones. Es que son muy guapos.



En estos meses de otoño, cuando volvía a casa los fines de semana, me animaba muchos veros a todos. Y tú parecías como si te metieran en una máquina del tiempo a ultra-velocidad: CADA SEMANA ESTABAS MAS GRANDE.

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