No ha parado de llover en todo este invierno. Agua y más agua, que acaba inundándolo todo. Sin el agua no podríamos vivir porque es una necesidad primaria. Pero es curioso el contraste, como puede convertirse en la fuerza más feroz que destruye todo a su paso. Dicen que el clima es un factor que influye en el carácter de las personas. ¡No me extraña!.
Observando llover por la ventana puedes incluso relajarte. Las gotas van deslizándose despacio por el cristal, el sonido es armónico cuando cae cada gota en el charco… Pero si todos los días, al levantar la persiana está lloviendo, uno acaba cansándose de la incomodidad de la lluvia. Y no te digo nada de los trabajadores del campo o de las últimas catástrofes.
Sin dudarlo, nos fuimos a “el Refugio”. Allí fueron tus primeros pasos (13 de Marzo). Aunque ya llevabas tiempo gateando y trasteando. ¡Eres tan gracioso!. Aún le tienes un poquito de miedo, y yo me rió cuando trato de soltarte para que andes porque te buscas las vueltas y no hay quien te suelte de mi dedo (ja, ja). Y cuando logro soltarte, tú notas que estas sólo y muy hábil, te sientas. Hemos descubierto otras de tus aficiones: la arena. Quien te lleva ventaja en esto es Pablo, que está hecho un terremoto y no para ( con su pelota, el tobogán, correr, bailando y haciéndonos reir). A ti no para de darte besos y de decirte lo que tienes o no que hacer. ¡Qué lindo!.
Así, con tanta lluvia, estamos deseando que salga un rayito de sol para aprovecharlo. Este fin de semana ha salido el sol.¡ Y como se disfrutan las cosas cuando no las hay a menudo!.